martes, 27 de febrero de 2018

Cruceristas

Hacen falta puertos en los que recalar. Calmas chichas que aprovechar para descansar del fragor de la lucha contra la tormenta. Reponer fuerzas, descansar, reabastecerse. Incluso bajar un poco a tierra firme y dar algún paseo. 

Sin embargo, ocurre que no llegan esos momentos en su kairós, y se encuentra uno en medio de la más absoluta quietud con las ganas de bregar en la tempestad. Viceversa, a veces se desata el temporal cuando menos ganas se tiene, obligándonos a mantener a flote el navío e impedir que la zozobra de las olas nos aboque al naufragio.

jueves, 22 de febrero de 2018

De los 40 parriba...

Contra todo pronóstico y a pesar de mis intentos por evitarlo, he cumplido los 40 recientemente. Siempre he tenido la intuición, a veces ominosa, a veces liberadora, de que voy a morir joven. Aunque el concepto de juventud se estira a conveniencia (siempre me ha sorprendido la gente mayor, al conocer de la muerte de algún septuagenario digan que "era joven"), empiezo a pensar que tal vez no acabe siendo así. El caso es que he atravesado la barrera de aquella famosa crisis (y puede que sin ser consciente, la esté manifestando, algo que deberían decir quienes me rodean, quizás), del momento en que la cuesta abajo se va a empezar a acentuar y la juventud va quedando atrás. Los cambios de década tienen algo de fronterizo, de entrar en nuevos territorios y abandonar otros. O a lo mejor es sólo nuestra pulsión de adornarlo todo con simbolismos. 

Ciertamente, la vida y las costumbres han cambiado mucho y no es lo mismo un cuarentón ahora que un cuarentón hace un siglo o más. En muchos aspectos, me siento mejor que a los 30 (no sólo en cuestiones experienciales, sino también físicamente), y puedo decir con algo de orgullo que estoy mejor que otros de mi quinta, que ya empiezan a mostrarse algo cascados (algo que hay que tomar como un aviso para que ese orgullo no se dispare). 

Así que bueno, ya llegados hasta aquí, que siga la fiesta, y que si definitivamente se puede decir que muero joven, no tendrán ustedes que leer las tonterías que tal vez se me podrían ocurrir en el momento de cumplir los 50 (si es que no muere el blog, que también puede ocurrir). En cualquier caso, les mantendré informados. O no. 

PD: releo con sorpresa lo que escribí cuando cumplí los 30, una recopilación de hechos históricos, nacimientos y muertes ocurridos el día de mi llegada al mundo. Lo mejor, como ocurría en aquella época del blog, fueron los comentarios. 

miércoles, 21 de febrero de 2018

Aprender de los errores

Nos dicen que hay que prender de los errores. Como si no hubiera que caer de nuevo en ellos. Pero, ¿quién nos puede asegurar que en futuras ocasiones no sea lo acertado?. ¿Y si el error, en lugar de en nosotros y en nuestras acciones y decisiones (y omisiones), lo incorrecto está en el entorno, en la circunstancia?

Y sin embargo, ¿es conveniente perseverar? Al menos podemos aprender a no vernos tan afectados, de cara a futuras equivocaciones. 

viernes, 16 de febrero de 2018

El experimento Rosenhan

He sabido recientemente del experimento que el psicólogo David Rosenhan llevó a cabo entre 1968 y 1972, y creo que es muy ilustrativo acerca del diagnóstico psiquiátrico. Rosenhan, psicólogo, mandó una docena de colaboradores suyos a distintos hospitales psiquiátricos de los EEUU, donde decían que oían voces. A todos los ingresaron y les diagnosticaron enfermedades psiquiátricas. Una vez ingresados, dijeron que ya no oían nada, y se comportaron de forma totalmente normal, pero a pesar de ello no se les dio el alta y permanecieron internados (algunos de ellos estuvo hasta dos meses). A todos les obligaron a tomar fármacos y a reconocer que padecían una enfermedad para ser dados de alta. Curiosamente, fueron los otros internos los que se dieron cuenta de que los investigadores eran demasiado "normales", y pensaron que se trataba de periodistas que iban a hacer alguna clase de reportaje. 

Una vez acabado el experimento, fue publicado en Science bajo el título Estar cuerdo en lugares dementes, y como es obvio, provocó una gran polvareda. Tanto, que hubo un centro de internamiento que retó a Rosenhan a enviarle más casos falsos y así detectarlos, salvando el honor de los psiquiatras. Al cabo de unas semanas dicho centro se ufanó de haber detectado 41 pseudopacientes (confirmados por más de un psiquiatra), pero la realidad es que Rosenhan no había mandado a nadie. 

Han pasado muchos años desde aquel experimento, y cabe suponer que ha habido muchos avances, pero he podido ver de primera mano que se escucha poco y se medica mucho a este tipo de pacientes, llevándoles a un estado de zombificación que ciertamente a lo mejor atenúa los síntomas, pero que no parece atacar las causas profundas de algunos trastornos. Se ha avanzado mucho, sí, y se va afinando cada vez más, pero uno tiene la sensación de que aún queda mucho por recorrer en el conocimiento de la mente, y que en el futuro se verá a la psiquiatría de hoy como desde la cirugía actual se ve a aquellos cirujanos decimonónicos, con sus cloroformos y sus serruchos. 

Por lo demás, y a falta de ir descubriendo los fundamentos fisiológicos de este tipo de enfermedades, les remito a la Historia de la locura de Foucault, magnífica obra en 3 volúmenes donde se rastrea cómo se ha ido considerando la locura a lo largo de los últimos siglos, pero no como algo científico (el tratamiento científico de la locura es algo más reciente, que se insertaría dentro del mundo científico en el que nos movemos), sino como una forma de separar lo que es normal y aceptable para la sociedad y lo que no (la ciencia tan sólo sería un instrumento más para ello). 

jueves, 15 de febrero de 2018

Tu marea


Tu marea me dejó 
la piel cuarteada,
la miel en los labios,
las piernas enterradas. 

La marea (Vetusta Morla)

jueves, 8 de febrero de 2018

Escribir

Va una perogrullada: en esto de escribir, como en todo, es cuestión de práctica. Nos hemos creído el cuento de las musas y la inspiración, y parece que todo es algo instantáneo, que de pronto te viene una iluminación y empiezas a escribir de carrerilla. Ciertamente, hay días en que la cosa fluye bien, y otros en los que estás negado. Pero, seamos sinceros, ocurre en casi todos los ámbitos, no es sólo algo de los "artistas". Incluso en la minería o la agricultura tienen sus días mejores y peores. Obviamente, hay gente que tiene más facilidad, y hay quien parece que al principio lo hacía mejor que cuando se supone que ya ha adquirido oficio. Pero ¿cuántos jóvenes buenos profesionales hemos conocido que se acomodan y se echan a perder? 

No me considero escritor, ni aspiro a serlo, pero he escrito bastante (creo), y me parece que por ahí van los tiros. Y me cuesta creer eso de la inspiración. Es más una cuestión de disposición y voluntad, de ponerse a ello. Este blog es un ejemplo: cuanto menos entradas he escrito, menos ganas he tenido, pero en cuento me obligo, van surgiendo las ideas, hasta llegar a preguntarme porqué había parado. 

miércoles, 7 de febrero de 2018

Un buen par de alas

No se trata de lanzarse a los abismos atado a una cuerda, en una caída más o menos vertiginosa pero controlada. Se trata de dotarse de alas y subir, y bajar, y explorar, demorarse donde haya que hacerlo y pasar de largo cuando convenga.

viernes, 2 de febrero de 2018

"Amor" digital

Metámonos en harina de la buena: hablemos de las aplicaciones de ligoteo (hay varias, no citaremos ninguna, puesto que al final todas son muy parecidas). Son una vuelta de tuerca digital a las viejas agencias matrimoniales (aunque tal vez ya no se busca un "matrimonio", precisamente, ¿o sí?), y su mecanismo es bien fácil: te van pasando fotos y tú dices si la persona en cuestión te gusta o no. En algunas puedes acceder a un perfil y ver otras fotos que se hayan puesto, incluso puedes llegar a hablar con ella. En otras, eso no lo puedes hacer si no hay una coincidencia mutua. Sea como sea, en el fondo de lo que se trata es de un escaparate repleto de postureo que apela a una reacción instintiva, a un simple gesto con el dedo. 

He curioseado en algunas de ellas (por puro interés antropológico, aclaro) y he aquí algunas cosas que me he encontrado: 

-Para empezar, hay mucha gente viajera (excesivamente viajera, que parece que única ocupación en la vida es viajar): fotos en lugares exóticos, con animales extraños... Y en las descripciones, una amplísima mayoría lo dicen. A todos nos gusta viajar, pero algunas parece que lo hacen compulsivamente.

-Un glamour excesivo. O todas son top models o hay mucho postureo. ¿No hay nadie natural? A veces parece que se trata más bien de gustarse a ellas mismas que a los demás (no sé si me explico, una forma de autoafirmarse). 

-Vetos. Algunas en sus perfiles en lugar de presentarse, exponen lo que no quieren. Lo más común es que no quieren rollos de una noche, pero he visto cosas estupefacientes: como por ejemplo sugerir que no quieren votantes de determinado partido. Algo en lo que coinciden muchas y que me sorprende es en exigir una estatura mínima (ya puestos, ¿porqué no pedir un mínimo de ingresos?). 

-Algunas ponen en su perfil su opción política o alimentaria, como si buscaran parejas afines o algo así como la pureza ideológica (me pregunto qué pensaríamos si alguien pusiera "abstenerse negros o judíos", pues creo que es algo parecido).

-Otra de las cuestiones estupefacientes es la del "abstenerse salidos" al mismo tiempo que se ponen fotos demasiado sugerentes. Me parece pelín contradictorio. 

-Luego están determinadas fotos: con niños (está bien que si tienes hijos no lo escondas, puesto que para muchos puede ser un impedimento, pero tampoco ponerlos por delante, más que nada por su privacidad: con poner en el perfil que tienes hijos ya basta), vestida de novia (ejem...) o directamente besándote con tu pareja (¿o es que buscan alguien para hacer un trío?). Eso por no hablar de las que ponen fotos en las que no salen: frases Coelho style, paisajes... (sí vale, más arriba he criticado que es un escaparate, pero no se trata de que todo sea imagen o texto). 

Claro que todo esto se complementa y tiene que ver con cómo nos desenvolvemos los tíos: somos unos pesados y a menudo tenemos poco criterio. Matamos moscas a cañonazos y luego nos creemos unos grandes cazadores. Recientemente he podido comprobarlo a través de una amiga: en apenas una hora recibió más de 100 "me gusta", así que incluso poniendo una imagen en negro y diciendo que eres más fea que picio, que te faltan dientes y te sobran hongos, vas a tener tu público. Siempre hay un roto para un descosido, y mal de muchos...

Otro día hablo de las conversacoines surrealistas que se pueden tener con estas aplicaciones, en las ocasiones en que puedes llegar a establecerlas.